Todo sucedió muy rápido.
Solo una mirada.
Solo un roce.
Un mínimo contacto entre los dos.
Ella se sonroja.
Él la observa.
Ella siente deseo. Solo quiere tener contacto. Saber que él es de verdad.
Él tiembla. Siente una atracción demasiado fuerte como para contenerse.
Solo rozan sus yemas de los dedos.
Las respiraciones cada vez son más irregulares.
Calor, sienten calor.
Él se acerca, despacio, sin prisas, quiere disfrutar del momento.
Ella se estréseme al sentirlo tan cerca. Suda. Su corazón se sale del pecho con cada paso que él da.
Sus labios pueden tocarse. Pero aun no. Es pronto.
Él lo desea, pero desea aún más jugar con la situación.
Ella nerviosa, le mira directamente a los ojos. Sin pronunciar palabras, dado que su mirada lo dice todo. Tuya, aquí y ahora, no esperes más.
La besa suavemente. Apenas se tocan pero sus alientos se funden en uno.
Él aguanta. Quiere ser dueño de este instante el máximo tiempo posible porque sabe, que en el momento que baje la guardia, será todo suyo.
Ella a cada segundo, enloquece. Lo necesita, lo quiere, lo desea, lo ama.
De repente, sin previo aviso, las manos de él la aferran con fuerza por su delicada cintura y la trae lo máximo posible hasta sí.
Ella, no puede escapar. No quiere escapar. La piel que él toca con sus manos se eriza. Se muerde el labio. Quiere más. No lo puede soportar.
Él se divierte, sabe lo que ella quiere y como lo quiere.
Él despierta sus instintos más profundos. Sin pensar, lo besa.
No es un beso cualquiera. Él se marea. Es como si ella le absorbiese el alma. Pero no puede parar. Le devuelve el beso. Sus lenguas se encuentran. Húmedas y dulces. Se mueven al compás, sin perderlo.
Su boca es demasiado sensual – piensa ella – me excita.
Sus labios son carnosos, suaves, dulces – piensa él – no se cuanto más puedo aguantar…
Pasión.
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