Sí, eso es.
Voy a 3000 revoluciones por minuto.
Voy a 250 kilómetros por hora y sin frenos.
Ya solo queda esperar hasta poder estrellarme. Ya solo queda llegar a tocar el fondo del pozo en el que estoy cayendo.
No puedo parar. Y de verdad que quiero, pero sobrepasa mis fuerzas.
Es una adicción. Mi droga.
Siempre está ahí.
Cuando estoy alegre, enfadad, triste, preocupada. Siempre está.
Me cobija, me protege del mundo exterior.
Me evade de todo y sin hacer nada.
Pasan las horas y ahí sigue. Fiel a mí.
Lo tengo al alcance de mi mano.
Soy suya, y ni siquiera lo puedo tocar.
Me entrego tantísimo que ya es parte de mí.
No tengo que darle explicaciones, no tengo que decirle ni a dónde voy ni con quién. Me espera.
Todo parece perfecto. Me hace reír, me hace llorar de alegría y de pena, me atonta y me enseña al mismo tiempo, aporta la música a mi vida, y sobretodo tapa ese agujero negro que hay en mi interior, ese agujero que se traga todos mis sentimientos.
No puedo separarme de él.
Pero está acabando conmigo. Solo puedo pensar en él.
No estudio lo suficiente, me quita las ganas de salir, me proporciona realidades alternativas haciendo que la mía quede en un lugar muy lejano, me absorbe el tiempo, empeora mi salud tanto física como mental, y lo peor de todo es que yo se lo permito.
Me cruzo de brazos y le dejo poseerme.
Es culpa mía.
Soy débil, ¿o quizás soy fuerte pero es más fácil dejarse llevar que luchar?
He llegado a pensar que moriría si él desapareciese de repente de mi vida.
Menuda idiotez la mía.
En mi debate interno siempre ganas tú.
- Vete.
- Mejor no, quédate.
- Lárgate.
- Era broma.
- No vuelvas.
- No me dejes.
¿Qué puedo hacer para poder sobrevivir sin ti?
2 comentarios:
Me encanta esta entrada..
sabes quién o qué es I? =)
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