Atentamente, una servidora.

Saber que hay personas que realmente valen la pena y que nadie se fije en ellas. Son personas alegres, divertidas y que esconden una personalidad que no se ve fácilmente a simple vista. Pueden no tener imagen de estrellas de cine o cuerpos de revistas, pero están ahí, valiendo más que cualquier cara bonita. Son personas maduras, que saben respetar, que saben ser pacientes y comprensibles, pero que sin embargo no se les tiene en cuenta. No hablo de nadie en concreto, ni si quiera de mí misma, pero sé que es eso. Sé lo que es ver a personas increíbles marchitándose porque no se les da la oportunidad.

Son esas primeras impresiones uno de los principales problemas. Tenemos miedo de algo nuevo, de conocer a alguien que puede cambiar nuestra vida, nuestra manera de ver las cosas o incluso de hacernos dudar de todo lo que conocíamos hasta ahora, por eso, con las primeras impresiones cortamos ese camino, sintiéndonos seguros porque no habrá cambios, pero sintiéndonos vacíos porque hemos perdido una gran oportunidad de descubrir un poco más de nosotros mismos. Solo puedo hablar de lo que conozco, lo que pienso y lo que sé a ciencia cierta, que no es mucho, lo sé.

Soy conciente de lo que me rodea, no soy imbécil, sé que no soy nada impresionante a simple vista, que me miran de pasada, como si solo estorbara en el recorridos de las miradas. Sé que si esas personas que hacen eso se fijasen en mí, solo pensarían: bueno me conformo con esto, y siento decirlo pero no quiero ser solo la conformación de alguien. Yo no soy una chica bonita pero sí soy hermosa en mi caótica forma de ser. No me asusto de lo que dicen los hombres, de su manera de actuar entre ellos, me gusta entender esos mundos, me gusta pararme a pensar en las cosas que nos diferencian porque me hace ver que no somos tan distintos. Podemos buscar lo mismo, solo que de formas distintas, pero al final todo se reduce a que no queremos estar solos.

Lo sé, parece que me estoy quejando por mi poca suerte (si se le puede llamar así) en el amor, pero en esta ocasión no se trata solo de mí. Es algo que veo a diario y que me da rabia que todo sea tan jodidamente complicado o que de tanto miedo. Las mujeres no valoramos lo que tenemos delante, nos dejamos llevar por prejuicios o primeras impresiones. Son nuestras armas de protección y a la vez de destrucción. Ellos están ahí, siendo increíbles a su manera, pudiéndote decir esas cosas que siempre has soñado, haciéndote sentir una princesa y nosotras, estúpidas y cobardes que no sabemos ni lo que queremos, o que lo sabemos y nos da miedo aceptar, les hacemos daño por no querer verlo. Hay buenos hombres ahí fuera, que son capaces de todo por ti, pero sin embargo parece que es mas fácil recuperarse del dolor que nos puede causar un capullo, que al dolor que nos podría causar ese chico que de verdad ha creído en nosotras.  

Son divagaciones o reflexiones que me surgen cuando hablo con mi mejor amigo. Él me guía siempre que lo necesito, él es uno de esos hombres de los que hablo, él es más especial que cualquiera y yo tuve la suerte de verlo y quererlo por como es. Conozco más de estos porque me paro a escuchar e intentar comprender sus mundos internos, y sé lo feliz que podrían llegar a ser si solo se les diese la oportunidad de intentarlo.

Hola tú, me conozcas o no, estoy aquí dispuesta a no dejarme guiar por tu primera impresión. Yo no me voy a rendir y espero que tú tampoco.

Atentamente, una servidora.

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