Querido papá.

Hoy he visto Yo soy Sam y no he podido dejar de llorar. He visto lo que hace el amor de un padre y una hija.

Mientras te escribo esto, lloro por no podértelo decir en persona.
Te quise, te quiero y siempre te querré. Nunca podré odiarte. Ni siquiera cuando me enamoré por primera vez y no estuviste, ni cuando di mi primer beso, ni cuando saqué mis primeros sobresalientes, ni cuando se me cayeron mis últimos dientes, ni cuando me gradúe, ni siquiera el día en que me case y no estés para verlo. Nunca podré odiarte aunque fuera lo que más quisiera.
Pasan los años, crezco y me convierto en todo una mujer madura, responsable e independiente, y tú no estás para ayudarme.
Tengo miedo de todo constantemente, tengo miedo de no saber nunca quién soy, miedo de conocer a alguien con quien compartir mi vida y que después desaparezca como tú lo hiciste; pero lo que realmente me aterroriza es olvidarte. Ya apenas recuerdo tu rostro, ya no recuerdo tu voz, tus abrazos, tu mirada, tu sonrisa, ya no me acuerdo de ti, y tengo pánico a no volverte a ver, pánico a recibir una llamada diciendo que ya no estás, que has muerto y que solo queda un cuerpo podrido y sin vida; tengo miedo de no volver a oírte y tocarte.
No se porqué te fuiste, aunque lo lógico es pensar que lo hiciste por mi bien y el de tu familia, pero luego… luego pienso en si yo he hecho algo mal, si no he sido una buena hija, si no fui lo suficientemente buena para ti o si me dejaste de querer.
Has dejado un agujero negro que se traga todo sentimiento a su paso, una inmensa herida, y siento que nunca se terminará de cerrar, que estaré incompleta y que siempre me sentiré así de sola y vacía.
Cada vela de cumpleaños, cada estrella fugaz, cada diente de león, cada pestaña… todos esos deseos que pido son siempre tú.
Siento que cada día que pasa guardo mas a fondo todos esos recuerdos que aun me quedan y que tan dolorosos son, para seguir adelante, pero en días como el de hoy, me derrumbo y abro esa caja fuerte.
7 años van ya, y cerca de los 8.
Aun guardo esa cadena que me regalaste y es mi tesoro, es una parte de ti que me pertenece y que aun conservo..
Muchas personas sufren cuando pierden a un ser querido, pero logran salir hacia delante, pero lo que sufro cada día no tiene nombre. Salir todos los días de casa y mirar a mi alrededor por si te veo entre las sombras; ver a un hombre con unas Ray-Ban  y pensar que eres tú, pero nunca… nunca eres tú.
Aunque nunca leerás esta carta, quiero que sepas que te quiero y que siempre estaré aquí, que siempre estarás presente en mi vida y que el día de mañana cuando tenga un hijo, llevara tu nombre.

Esperando un abrazo más y siendo siempre tu hija.
Mónica Martín Rojas.


3 comentarios:

Sr.Celestito dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sr.Celestito dijo...

Tan hermoso y apasionado...que incluso duele al que no lo sufre.

Tienes mi completa admiración señorita.

Alff dijo...

Siempre a escapado a mi comprensión cómo los seres humanos, tan vanidosos, corruptos y materialistas pueden hacer obras de arte, como pueden ayudarse unos a otros, quererse de manera infinita.
Algo nos dio una capacidad que nos hace invencibles, los sentimientos, que nos distingue de todo lo demás en este mundo.Mónica, hace relativamente poco tiempo que nos conocemos y además no nos conocemos ni de vista,puntualizo que me encantaría hacerlo alguna ver.Pero he de decirte que no tengo palabras al leer esto.
Esta carta es algo bello, es algo sincero,es algo infinito, hecho por un humano.No te mentiría si te digo que son los mejores párrafos que he leído Jamás. Solamente por este hecho, te mereces dar con él.

Una cosa, recuerda que siempre vas a tener a gente que te ayude, piensa en cómo te pueden ayudar.

Un beso, Alf.

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